Este año no le he prestado demasiada atención a la Canna que está debajo del árbol Jacaranda. Es una planta invasiva por eso la tengo en maceta, grande para que se pueda desarrollar a sus anchas pero contenida, la primera vez que entró en el jardín la puse en tierra y cuando me fui a dar cuenta tenía invadido un ángulo del pequeño espacio.
Sus flores son de un rojo muy intenso aunque no es este su único color también las hay anaranjadas y cuando ya entramos en el campo de las hibridaciones la cosa ya va al capricho del creador.Las hojas son espléndidas y de lejos de un verdeoscuro intenso pero cuando son jóvenes el rojo de la flor también se adivina en sus nerviaciones. Cada año aparece la Canna en este blog en primavera y verano que es cuando la floración está en auge , pero este año se ha pasado el tiempo y no pensaba hacerle ninguna fotografía.
He pasado la mañana recortando el seto de arrayán y recogiendo algunas surfinias secas, reconozco que he pasado cerca de ella y no le he prestado demasiada atención este año la floración de la Canna ha sido escasa. Descansaba y al mirar a través del cristal el único ramillete de flores que hace días exhibe me ha llamado poderosamente la atención. La luz del atardecer atravesaba los rojos pétalos y todo ella parecía que estaba en llamas. He dejado mi descanso rápidamente antes de que el sol se ocultara y le he hecho unas cuantas fotos. Me guata mucho captar la luz a través de los pétalos de las flores, es algo mágico.
Una vez capturada la imagen con tanta luz atrapada he pensado que pasarla a blanco y negro sería una buena idea, y aquí está.
Ahora no sé si me gusta más en rojo o en blanco y negro.