Tras una noche fria y con un buen raso, diminutos corpúsculos que la fantasia da por hecho que son hadas, estas se dejan caer sobre el manto vegetal y lo recubren durante un tiempo al que los humanos llaman amanecer.
Todavía hay rosas en el jardín , pero hace unos días llegaron cuatro pequeñas matas de crisantemos. Han venido desde el invernadero y por tanto lucen unas espléndidas flores. Las diminutas hadas del agua no han podido resistir la tentación de saltar sobre ellas y lo han hecho recubriendo casi por completo sus llamativos pétalos.
Las pequeñas matas no levantan un palmo del suelo, pero es justamente esa la altura idónea a la que las damas del agua son capaces de extender su manto, otros opinan que es la humedad ambiental que es elevada desciende y se enfria con mucha facilidad en las noches claras y serenas.Es un buen momento para trasplantarlas, sus jóvenes raicillas todavía algo dormidas no necesitan demasiados estruendos, pero las hadas del agua proporcionan la suficiente humedad para haya hidratación durante el día y en cambio no llegue a helarse en las horas nocturnas.
El punto de rocio es el momento álgido en que las Xanas se deslizan perseguidas por los primeros rayos de sol y como dice el poeta.
Pero aquellas, cuajadas de rocio
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día ...
¡esas no volverán !