Entre la poesía y la realidad se columpia el misterio

de tu jardín las tapias escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día ...
ésas ... ¡no volverán!
Y eso escribió el poeta, pero si observamos las gotas de agua que se dejan porque las hay que no se dejan, vamos a ir viendo que lo de forma de lágrima es una licencia poética , bajo el el punto de vista científico es otro concepto que nada tiene que ver.

y cuenta la gravedad y cuenta la tensión superficial y mucho cuenta su tamaño. Total que entre poetas, dibujantes y científicos el ojo de la cámara intenta captar la belleza , la simplicidad y la verdadera forma de una gota de agua.


En su desplazamiento puede que se encuentre con otras y agrande su tamaño o puede que se fraccione en un sin fin de diminutas copias .
La forma de una gota depende de su tamaño y contra más pequeñas son más se acercan a la simplicidad de su forma. Hay que desterrar la idea de que la gota en su caída libre tiene forma de gota, esa lágrima con la que tantas veces la vemos representada.
La presión del aire sobre la parte inferior de la gota es muy grande y entonces la esfera pasa a parecerse a un pan de esos en los que colocamos dentro una hamburguesa. Nada poético de momento. Pero la visión de las gotas de agua que quedan atrapadas después de la lluvia sobre hojas y flores es realmente un espectáculo precioso.
Sus formas me recuerdan a las gotitas de mercurio sobre una superficie porque sus fuerzas son similares; una el peso de la gota y la otra la fuerza del aire , dicho de una manera muy simple.

Así que cuando las gotas reales que siendo pequeñas adoptan formas esféricas cuando se engordan no se alargan como una lágrima sino que se achatan como una hamburguesa.



La poesía me cuesta, me cuesta entenderla y ni me pasa por la cabeza estructurar ni siquiera un simple pareado pero hay unos versos que tomo prestados de Federico García Lorca , poeta que tengo que decir y lo digo, algo olvidado lo tenía y que gracias a Alev, una mujer venida desde la fría Siberia que gracias a su cultura y gran sensibilidad me ha ayudado a fijar mi mirada en el gran poeta .







¡Por ti Alev Petrova!

Federico García Lorca
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje
