

Desde el principio de los tiempos el árbol había mantenido una relación vital con el ser humano celta, al proporcionarnos el primer hogar, leña, sombra y alojamiento para las aves que podían convertirse en caza para alimentar a la tribu.
Sin embargo, los druidas consideraban que la relación podía hacerse más íntima, si se tenía en cuenta que cada hombre o mujer lleva en su interior un árbol, por medio del cual alimentaba el deseo de crecer de la mejor manera.
Pues bien mi árbol es la higuera. Cada uno de nosotros tenemos asignado un árbol según el día y el mes en que nacemos. Por la protección de dicho árbol se rigen nuestras vidas. En mi pequeño jardín hay una higuera. Ya lo he contado en este blog. Los higos me pierden. Si me quisieran envenenar lo tendrían fácil.
La higuera me fascina es un árbol que florece hacia a dentro, su tronco grisáceo tiene color de piedra, su madera casi incombustible, alberga el bien para unos y el mal para otros.
Rebuscando por la red he encontrado mucho sobre la higuera.
Una fábula
El castaño y la higuera.
Viendo el castaño a un hombre que, trepando sobre una higuera, doblaba sus ramas hacia sí y de ellas arrancaba los maduros frutos que iba metiendo en la abierta boca para romperlos con los duros dientes, empezó a sacudir sus largas ramas y a decir: -¡Oh, higuera, cuánto menos que yo debes tú a la naturaleza! Observa cómo dispuso ella, para mejor guardar a mis dulces hijos, vestirlos primero de una delgada camisa y envolverlos luego en una piel espesa y resistente; y todavía, no satisfecha de tanto favorecerme, les construyó una sólida habitación, defendida por espinas abundantes y agudas, a fin de que las manos del hombre no puedan dañarla. La higuera entonces echose a reír junto con sus hijos, y cuando hubo concluido de reírse, le contestó así: -Tú ignoras que el hombre se ingenia, con pértigas, piedras y sarmientos, para hacerte bajar las ramas y privarlas de sus frutos, los cuales, caídos al suelo y golpeados con los pies o con piedras, salen estropeados y maltrechos fuera de la fortificada casa. A mí, entretanto, los hombres me tratan con manos cuidadosas y no como a ti con palos y guijarros
Un cuento
Un cuento

Esa noche no hubo flores para los dioses, las ninfas y hadas gritaban, exigían sus flores, las Higueras le respondieron que ellas vivían con los hombres y que sus frutos eran para ellos. Tenían todos los componentes básicos para que un hombre viviera mientras durará esa guerra. El Creador se apareció y le dijo a las Higueras - Higueras han encontrado el significado de su existencia, es para esto que están aquí, y vuestra voluntad es ley, sus frutos siempre serán para los hombres, ya que es una ofrenda de amor.

Las imágenes de Osiris y de Príapo, el hijo de Dionisio y Afrodita, que representaba a la fertilidad de la naturaleza, estaban labradas en la madera de una higuera, árbol consagrado, también a Venus.
Mala fama también tiene la higuera . La leyenda dice que bajo su sombra nada crece; que todo aquel que se cobija bajo sus ramas se ve muy pronto, atacado de lo qué la gente da en llamar el "aire" de la planta y que produce hinchazones en todo el cuerpo, así también como "mal de ojo" o conjuntivitis. Lo que yo puedo decir es que en la recogida del fruto te llevas la penitencia, el escozor en la piel que produce el solo contacto con sus hojas es muy molesto y si no te lavas las manos después de la recogida si estas tocan los ojos se pasa bastante mal . A pesar de esas "maldiciones" cuando hay higos esa es mi cena.
La higuera es uno de los árboles más antiguos cultivado por el hombre (7.000 a.d en Jericó).
La particular relación que existe entre la Higuera y los “dioses” de la tierra, del agua, del barro, se observa en su forma. La madera es de color gris como el color de las rocas, poroso, e incombustible. Es húmedo y carece de resina. Al mantener la humedad en los poros, es muy resistente a grandes sequías.
Dice mi higuera que por nacer bajo su influjo soy una buena maestra. Será por eso.