La lluvia está siendo escasa esta primavera y mi afición por capturar gotas de agua no puedo practicarla con la frecuencia que me gustaría.
Cada vez siento más fascinación por esas gotas que tras la lluvia quedan atrapadas en pétalos y hojas.
Me puedo pasar horas buscando por el jardín minúsculas esferas que quedan en suspensión durante el tiempo en el que el sol sale y las evapora.
Son gotas de lluvia que reclaman mi atención como si de una pieza de caza de gran valor se me ofreciera delante de la cámara. Es moverme despacio para que la tensión no rompa la redondez y desaparezca para siempre. Es buscar el ángulo desde el que brilla atrapando en su interior la esencia del color que la retiene.
El por qué de sus agrupamientos es un bellísimo enigma que desaparece sin haberlo resuelto y solo me queda atraparlo. Breve muy breve .
Todas las imágenes de esta entrada han sido realizadas entre las 9 y pasadas las 10 de esta mañana. Nada queda de ellas ya. No han sabido de su existencia. No han sabido de su belleza. No han sabido de mi posesión ... si así se puede llamar la captura que de ellas he realizado.
Esferas en abstracción.
Antes escribí posesión, no, la belleza que nos brinda la Naturaleza no se puede poseer, solo ser conscientes de que existe y que gratuitamente se nos ofrece ...